Hay estudios suficientes para afirmar que tener un gato es beneficioso para la salud. El amigable contacto con el felino reduce el estrés
en sus dueños, se distienden y se tranquilizan. Se ha verificado también que personas con problemas psicológicos mejoraban al tener la
compañía de un gato. Según numerosos estudios científicos está comprobado el poder curativo y sanador de los gatos. Acariciar a un
gato elimina el stress, la negatividad y mejora el nivel cardíaco, aportando calma y quietud, contribuyendo a la salud física y psíquica del
ser humano.
Según un estudio de 2009 de la Universidad de Búfalo se comprobó que con la compañía humana los gatos producían cantidades
reducidas de la hormona del estrés cortisol, lo cual beneficiaba tanto a felinos como a humanos. Los pacientes tratados en el estudio que
adoptaron gatos, mejoraban substancialmente sus valores cardiacos y mejoraban sus niveles de presión arterial, con unos niveles que
superaban el uso de medicamentos.
En el mundo esotérico, se le reconoce a los gatos un poder mágico infinitamente superior al del hombre. Para entender este mito hay que
‘viajar’ al Antiguo Egipto, donde se pueden encontrar los orígenes del gato. Desde el Antigüo Egipto, ya se les veneraba como dioses,
considerándoles protectores de la familia. El nombre egipcio de “gato” era “Miw” (que significa “ver”). De hecho Los egipcios colocaban
estatuas de gatos fuera de sus casas para impedir la entrada de espíritus malignos, pues creían en su poder mágico y protector, ya que
consideraban que el gato “todo lo ve”.
Los gatos eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C., debido a la abundancia de
ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. La religión del antiguo Egipto incluyó el gato entre sus símbolos
sagrados. El gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles
su voluntad. El gran valor del gato como cazador de ratones hizo que los egipcios intentasen y lograsen su convivencia doméstica, pese a
lo cual el gato no perdió su status sagrado. La utilidad del gato era exaltada al máximo por los egipcios que estaban convencidos de que
los gatos poseían alma.
Con toda probabilidad, esta antigua creencia del poder felino deriva de la adoración a la diosa egipcia Bubastis, símbolo de belleza y
fecundidad, que era representada con cabeza de gato, mientras que la diosa Sekhmet que también tenía forma de gato, representaba las
fuerzas destructivas de lo divino, la negatividad representada en la guerra, la peste y la venganza. Pero fue tal la adaptación del gato a la
vida cotidiana de los egipcios, que su muerte era motivo de duelo familiar.
Herodoto, en “Los nueve libros de la Historia”, manifiesta que los moradores de la casa se rapaban las cejas en señal de duelo. Tras su
muerte, el cuerpo se embalsamaba y momificaba en locales sagrados, y en el lugar de su enterramiento se colocaba junto a ellos ratones
embalsamados. En 1890 fueron halladas en la ciudad de Bubastis amplias necrópolis con más de 300.000 momias de gatos. Quien se
atrevía a matar a un gato era acreedor a la pena de muerte.
Después de egipcios, fueron los griegos a interesarse por los gatos. Este pueblo antiguo, conocedor del valor del gato como cazador de
ratones, intentó comprar una pareja para hacerlos criar en Grecia, pero dada la naturaleza sagrada del gato los egipcios se negaron a esa
transacción. A pesar de este argumento, los griegos robaron una pareja que llevada a Grecia extendió la raza al resto de Europa.
Más tarde, el valor de los gatos fue ampliamente reconocido por los romanos que apreciaban mucho el espíritu de independencia del
felino, hasta el punto que la diosa Libertas era representada junto a un gato, símbolo de absoluta libertad. Incluso se dictaron en Roma
severas leyes para su protección en el siglo I d. C.
También hubo disposiciones jurídicas que reconocían la importancia de los gatos en las Islas Británicas, donde, en el siglo X, el príncipe
Howel publicó unas normas que fijaban el valor de los gatos y establecían, entre otras cosas, que quien matase a un gato debía
indemnizar al propietario del animal con una cantidad de trigo equivalente en altura a la longitud del felino, desde el hocico hasta la punta
de la cola. De este modo, se pretendía compensar al propietario del gato por las pérdidas de trigo que, faltando el felino, le ocasionaban
los topos.
Los gatos llevaron una existencia placentera hasta que la Iglesia, hacia mediados del siglo XIII, comenzó una terrible persecución contra
ellos, considerándolos como símbolo del diablo y cuerpo metamórfico de las brujas.
Durante la época Medieval, el gato se consideró ” un animal maléfico”. Fiel compañero de las brujas simbolizaba todo lo oscuro, lo
mágico e irracional. Incluso se tenía la creencia que las brujas tenían el poder para convertirse en gatos (aelurantropia) para cometer sus
fechorías, o incluso se creía que muchos gatos habían sido humanos y ahora eran víctimas de los conjuros de brujas.
La idea de relacionar al gato con lo maléfico llegará hasta nuestros días con la superstición del “gato negro” que según la tradición
popular otorga mala suerte a quien se cruce con el.
En la Edad Media, época de oscurantismo para la especie humana, las brujas convirtieron al gato negro en un elemento imprescindible
para efectuar sus rituales y hechizos. Luego los felinos domésticos empezaran a ser víctimas de una despiadada e injusta persecución,
originada por la ignorancia y por absurdas supersticiones que relacionaban al animal con determinados ritos diabólicos. La posesión de
un gato bastaba para acusar a una persona de brujería y la condena podía considerarse segura si el animal era de color negro.
El gato surgió asociado al paganismo de la Edad Media a través del culto de la diosa Greya, diosa del amor y de la curación según la
mitología nórdica. Esta diosa guardaba en su jardín las manzanas con las que se alimentaban los dioses del Walhalla y en su iconografía
aparecen dos gatos tirando del carro de la diosa. En aquellos tiempos era frecuente extender la idea de divinidad a los animales que
acompañaban a los dioses.
Por ello, el gato se convirtió en cabeza de turco de las “purificaciones” de la Iglesia. De este modo, durante la Edad Media se torturó y dio
muerte bárbaramente a miles de seres humanos y a millones de gatos, en el curso de unas persecuciones que fueron activísimas en toda
Europa y entraron a formar parte de los rituales cristianos. La Iglesia alentó de tal forma la persecución de los gatos que llegó a
convertirse en espectáculo la quema de estos pobres animalitos en las hogueras de la noche de San Juan y la costumbre de festejar el
Día de Todos los Santos quemando vivos a los gatos en las plazas públicas.
El aniquilamiento de los gatos implicó a precio carísimo en Europa. La eliminación de los felinos fue de tal magnitud que cuando la peste
negra azotó Europa en el siglo XIV, causando más de veinticinco millones de muertos, apenas sí quedaban pocos ejemplares felinos para
luchar contra las ratas, principales propagadores de la enfermedad. Y al parecer, la plaga fue tan devastadora debido al exterminio de los
gatos.
En el año 1400, la especie estuvo a punto de extinguirse en Europa. Su existencia se reivindica a partir del siglo XVII debido a su habilidad
para la caza de ratas, causantes de tan temibles y desoladoras plagas. A partir del siglo XVIII el gato vuelve a conquistar parte de su
antiguo prestigio, y no sólo se utiliza como cazador de roedores e insectos, sino que su belleza lo hace protagonista de cuadros, muy
especialmente de los de la escuela inglesa, y de motivos escultóricos. Desde entonces se lo utiliza cada vez más, sobre todo en los
centros urbanos, aunque como animal de compañía.
La dualidad del gato como símbolo de la divinidad y de la representación demoníaca, dio lugar a que en las supersticiones relacionadas
con él se le considere representante de la mala o la buena suerte, según la circunstancia o lugar en que naciesen, por ejemplo, durante el
siglo XVII se creía que enterrar un cadáver de felino durante la edificación de los edificios, lograría una protección contra los malos
espíritus y la mala suerte. Prueba de ello, son los restos de estos animales que se han encontrado en numerosos edificios de la capital
londinense, como en el subsuelo de la emblemática Torre de Londres.
El gato posee evidentes cualidades. Es un animal resistente, rápido, hábil, más salvaje que doméstico, de feroces uñas, que está envuelto
en un halo de permanente esoterismo. Según la superstición popular, el gato tiene siete vidas. Al agotar la última, en la séptima, se cree
que se convierte en humano.
La historia de la brujería en Europa relata un sin número de anécdotas y episodios donde surge un felino. Por ejemplo, en una de estas
historias la protagonista, cansada de que un gato se bebiese la leche recién ordeñada todas las noches, esperó al animal y consiguió en
su persecución herirle en una pata. Al sentirse herido el animal gritó como un ser humano. Al día siguiente una pobre vieja, considerada
como bruja, amaneció herida en una pierna. Y muchos otros cuentos similares existen que ligan el gato a poderes desconocidos.
Como en casi todas las creencias populares, el reverso también es válido. O sea, el gato negro no es un vaticinio nefasto en todo lugar, y
en algunas culturas es considerado un elemento de buena suerte. Parece que estas creencias dependen del lugar y la circunstancia de su
encuentro.
En algunos países es el gato rojo el prenuncio de mala suerte y no el negro. Existen pueblos en que el encuentro de un gato negro camino
de la iglesia el día de la boda solo puede traer buena suerte, mientras que en otros, el mismo episodio es símbolo de desgracias
conyugales. Hay gente que se cree que el gato negro es un talismán que trae buena suerte en los juegos de azar, sobre todo si se toca
alguno antes de que empiece el juego. Y otros piensan que tener un gato negro en casa es símbolo de buena fortuna.
Esotéricamente hablando, se cree que los gatos se nutren de energías negativas. Por ello se sientan y descansan en determinados
lugares del hogar donde captan estas impregnaciones, transformándolas y eliminándolas finalmente de la casa.
También se cree que el ser humano puede descargarse de éstas malas vibraciones acariciando simplemente el lomo del felino; al igual
que puede ser muy útil también para descargar la negatividad de las cartas de Tarot.
Los gatos son considerados grandes “psíquicos” por naturaleza. Son capaces de desarrollar un fuerte lazo mental con sus propietarios y
así pueden predecir cuando sus amos están a punto de llegar a la vivienda o por el contrario adelantarse a acontecimientos funestos
relacionados con sus amos. El gato es un ser especialmente dotado en el plano esotérico y ocultista. Es muy útil para percibir presencias,
entes y espíritus. Tiene un especial talento para captar diferencias en los campos magnéticos así como son mágnificos para indicar
alteraciones eléctricas. Debido a su alta sensibilidad, a su fino olfato y agudo oído, son capaces de percibir imperceptibles ruidos o
sensaciones casi inaudibles o inapreciables para los sentidos del ser humano. Nuestros ojos y oídos humanos se volverían locos si
pudieramos llegar a procesar todo lo que este animal es capaz de captar. Su agudizado sexto sentido hace de este animal un ser casi
único en este sentido.
En el tema de la medicina y la terapia alternativa, está comprobado cientificamente el poder curativo y sanador de los gatos. Dados los
buenos resultados en laboratorio, el uso de la Zooterapia, o el tratamiento de enfermedades con la ayuda de animales, se desarrolla con
rapidez. Cada día son más patentes los beneficios que estas mascotas proporcionan para el tratamiento de un amplio abanico de
enfermedades. El uso de los gatos, por ejemplo, mejora ciertas dolencias en especial enfermedades como la demencia senil y el
Alzheimer.
Los últimos estudios científicos efectuados por el Centro de Investigación de Interacción Humano-Animal de la Facultad de Medicina
Veterinaria de la Universidad de Missouri han demostrado que tener un gato ayuda a las personas con problemas de hipertensión y riesgo
de sufrir un infarto a reducir el estrés, mejorar la presión sanguínea y generar estabilidad mental.
Al acariciar el pelaje suave de estas mascotas y generarse el ronroneo del animal, los seres humanos consiguen ir reduciendo sus niveles
de y calmando la ansiedad, del mismo modo que algunos psicólogos y terapeutas recomiendan el uso de bolas, peluches y accesorios
antiestrés.
Según la doctora Elizabeth Von Muggenthaler, especialista en bio-acústica, el ronroneo del gato es muy útil para acelerar la curación. Se
comprobó, por ejemplo, que el ronroneo vibraba en un frecuencia óptima para acelerar en concreto la curación de los huesos. Así pues se
demostró que “El tipo de frecuencias que es encontrado en el ronroneo del gato es bueno para la curación del músculo, el tendón, y las
heridas de los ligamentos, también como para el fortalecimiento y la tonicidad muscular. Son buenas para cualquier tipo de herida de las
coyunturas, curación de heridas, reducción de la infección y la hinchazón, alivio del dolor, y alivio de la enfermedad crónica pulmonar”.
El Dr. June McNicholas concluyó que las mascotas ,y en especial los gatos, ofrecen compañía y apoyo emocional, a la vez que realzan
nuestras interacciones sociales con otras personas.El gato como terapia nos enseña a estar relajados con consciencia. El gato puede
estar durmiendo, pero al mismo tiempo está enterándose de todo lo que ocurre a su alrededor. No hay gato estresado. Su ronroneo
fomenta las emociones positivas, y sus pequeñas señales de afecto son muy bien recibidas por sus dueños. El gato es uno de los
animales como terapia recomendado especialmente para personas que están o se sienten muy solas y no pueden dedicar mucho tiempo
al cuidado de su mascota.
La curación enigmática y misteriosa utilizada en antiguas civilizaciones, a través de los gatos, vuelve a nosotros con una energía
renovada y fresca. La Gatos-terapia, es una ayuda que estos pequeños felinos nos ofrecen para poder administrar de forma equilibrada en
nuestro interior, las nuevas energías que están entrando ahora en el Planeta. Los gatos, por ley natural, disponen en su código genético,
una impronta de una frecuencia vibracional muy elevada para los humanos, es decir, que a nosotros nos beneficia de una manera
saludable.
¿Cómo funciona en nuestro organismo?
El cuerpo humano dispone de unos canales o meridianos, por donde circula la energía que nos llega del Cosmos y del Centro de la Tierra,
por lo tanto, cuando nuestras emociones no están equilibradas, estas corrientes energéticas se distorsionan, atacando a los órganos y
vísceras de nuestro organismo; y es aquí, donde los gatos juegan una labor muy importante para nuestra salud. El gato, exactamente lo
que hace, a través de su intuición, es colocarse donde ellos sienten que la energía no está equilibrada, es decir, puede haber en ciertos
puntos de acupuntura, un exceso o déficit de energía o un estancamiento, y aquí llega el Gran DON que ellos nos ofrecen,
desbloqueándonos y ayudándonos a que fluya otra vez debidamente esta energía en nuestro interior. Está demostrado científicamente
que el sonido que emiten los gatos o ronroneo, cura fracturas de huesos. Ellos realizan con su sonido unos mantrams especiales, que
nos ayudan a conectarnos con nuestro interior. Es importante destacar el color de su pelaje, curiosamente he comprobado a través de
muchos años de investigación, lo determinante que es para cada unos de nuestros chakras, los gatos blancos nos anclan a la energías de
la Tierra, los gatos grises nos anclan a la energías del Cielo, o trabajan el chakra corona, los gatos pardos trabajan el chakra laringe, etc.,
pero todo esto no quiere decir, que si tenemos un gato en casa, él nos puede trabajar igualmente todos los chakras, ya que como en
todos los trabajos, existen especialistas.
Otra cuestión interesante de nuestros amigos, es la facilidad que tienen de transportar a través de su mirada, la energía que fluye desde
su interior, a una velocidad desconocida por los humanos, con esto quiero decir, que son maestros para trabajar con el Tercer Ojo, o
sexto chakra, por lo que esa fuerza, la recibiremos canalizada con creces, y nos penetrará en nuestro interior, ayudándonos a ser más
conscientes de la libertad que como humanos disponemos, y si añadimos cristales de Cuarzo entre los gatos y nosotros, nuestro campo
aúrico nos lo agradecerá.
Los Gatos y Su Enigma Esotérico
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